El mundo olvidado (pero muy cotizado) de los libros más antiguos

Para los libreros y los coleccionistas son auténticas joyas por las que merece la pena pagar grandes sumas de dinero. Las obras literarias de hace siglos, los libros más raros, primeras ediciones de un ejemplar o las dedicatorias de sus autores son algunos de los factores por los que estos libros son tratados como piezas únicas en el mercado.

Imagen del Clementinum, la antigua biblioteca barroca de Praga (Nikada / Getty Images)


Sin embargo, aunque los ejemplares centenarios son los más cotizados, también hay excepciones en la actualidad, como la venta de una primera edición de Harry Potter comprada por 30.000€ en 2005. Su dueño, un hombre de 65 años afincado en la costa oeste de EEUU, que ya tiene alrededor de 600 libros razonaba su compra así: “es muy difícil explicar el sentimiento de euforia que se siente cuando te das cuenta de que posees este libro en particular” según contó a la empresa encargada de la compra, Iberlibro.com.

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La pasión por los ejemplares antiguos no solo interesa a los grandes coleccionistas de obras de arte, cualquier persona puede desear tener un pedacito de historia en sus manos. Como dice el librero de una de las tiendas más emblemáticas de Barcelona, Josep Maria Farré, “los libros no están hechos para guardarlos en una estantería, sino para poder tocarlos y disfrutarlos”.

Eso sí, para conseguir alguna de las piezas más valiosas del mundo hace falta tener un cierto poder adquisitivo. Como fue el caso de Bill Gates- las persona más rica del planeta- que realizó la compra más cara de la historia tras desembolsar alrededor de 24 millones de euros por un manuscrito de Leonardo da Vinci.

Una imagen de varios libros antiguos de la librería Astarloa (Astarloa)

Hay muchas razones por las que una obra puede alcanzar esas cifras astronómicas y entre estos destacan la antigüedad, la escasez de otros ejemplares, el buen estado del libro, las obras que nunca fueron publicadas y las que pertenecieron a personajes famosos, según informa Pedro Carrera, especialista en marketing de Iberlibro.com, una plataforma online para la compra- venta de estas piezas.

En esta web se ofrecen artículos que distribuyen al mercado libreros independientes de todo el mundo, por lo que se pueden encontrar verdaderas joyas hechas en papel que valen su peso en oro. La venta más cara de su historia ha sido este año, con un libro de ornitología de cinco volúmenes grabado a mano del siglo S. XVIII, valorado en más de 160.000€.

Uno de los ejemplares de la librería Astarloa (Astarloa)

Según Josep Maria Farré, los más cotizados son los manuscritos escritos, códices, grandes libros de navegación y rarezas como escritos sobre la historia de América. A estos, añade Iker Madariaga de la librería Astarloa de Bilbao, alguna ejecutoria y sobre todo incunables, es decir, los primeros libros de la imprenta, con fecha del siglo S. XV.

De lo que más orgullosos están los libreros son de los grandes hallazgos que encuentran cada cierto tiempo, como el pictograma de cuero que consiguió la librería Astarloa sobre la civilización aimara de Bolivia perteneciente a una familia burguesa de Bilbao. Por otro lado, para Farré uno de sus mayores logros fue el archivo oculto perteneciente a la familia Puig i Cadafalch de Barcelona, en el que encontró documentación única sobre la mancomunidad de Cataluña con fecha de 1920.

Libro antiguo en la librería Astarloa (Astarloa)

En cuanto al tipo de cliente de estas obras de arte suelen ser particulares que tienen un gran interés por el tema o el libro en concreto o que poseen su propia biblioteca. “No hace falta tener cientos de libros, si tienes seis pero los seis son únicos ya es una buena biblioteca” comenta Farré. También se realizan donaciones y ventas a bibliotecas públicas y otras instituciones que compran periódicamente estos ejemplares.

Las ventas por Internet han ayudado a algunas tiendas de libros a sobrevivir, ya que la mayoría de las compras se realizan a través de la red. Sin embargo cuando se trata de piezas antiguas el cliente suele acercarse a la librería para poder ver y tocar el producto. Sobre este tema, Farré reconoce que con la crisis y la recesión a la gente le cuesta más acercarse a estas tiendas, pero aun así rechaza que haya llegado el fin de este sector: “las librerías estamos en la UVI, pero no estamos muertos”.

Fuente: La Vanguardia

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